Viviana

 

Estuve casada dieciséis años. 

Durante ese tiempo, vivimos en tres países y cuatro ciudades. 

Nos fuimos persiguiendo la aventura de movernos por el mundo mientras trabajábamos y creábamos el nuestro propio a donde fuéramos. 

 

Fuimos veganos, deportistas y viajeros. Teníamos proyectos y ganas. Muchas ganas de conocer distintas formas de ver la vida y aprender de ello, de vivir la aventura de expandir nuestros horizontes, juntos, en pareja. 

 

Al volver a Chile, el sueño de seguir armando nuestro mundo seguía palpitando en nosotros. 

 

Tener hijos fue una verdadera aventura en la que en menos de cinco años, logramos tener tres niños pequeños. 

 

Pero volver no fue fácil. Nuestro entorno había cambiado y nosotros también.

 

No supimos ni cómo ni de dónde aparecieron las distancias silenciosas y, algunas veces, los enfrentamientos ruidosos.

 

Nuestra vida juntos se puso áspera y la comunicación se hizo cada vez más difícil. Al mirar profundamente lo que sucedía, descubrimos que ya no estábamos siendo felices. 

 

Desgraciadamente tuvimos que iniciar otro viaje y esta vez muy distinto, en el que cedimos a los miedos de cada uno y abandonamos las ilusiones.  

 

Sin embargo nos atrevimos a algo qué nos costó mucho asumir: buscar ayuda, pero esta vez, para intentar hacer que este nuevo viaje fuese lo mejor posible. 

 

Decidí tomar mi parte y poner lo mejor de mi voluntad.

 

Hoy hemos logrado una relación preciosa, en la que, si bien no somos pareja, seguimos siendo familia, con una comunicación fluida en la que logramos poner el foco tanto en los niños como en cuidarnos individualmente. 

 

Porque sé lo que significa la aventura de vivir en pareja y sé también el sinsabor de las crisis y cómo salir airosos de ellas, juntos o no, mi compromiso para contigo es con todo lo que soy y sé. 

 

Y ese es mi propósito como coach. Entregarte un trabajo con mucha transparencia, enfrentando luces y sombras, alegrías y dolores, que nos permitan juntos, encontrar el mejor camino para tu relación.